
Organización Latinoamericana "Unidos Para Ti"
Juntos Trabajamos para el Desarrollo Integral de Familias
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El Sufrimiento Humano
"Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento"
Viktor Frankl
Como enfrentar el sufrimiento [Eckhart Tolle]
Aceptación y Rendición [Eckhart Tolle]
Haz Esto y Experimenta un Milagro en Tu Vida
[Eckhart Tolle]
Eckhart Tolle describe la rendición como un acto inteligente, como la profunda sabiduría de decir sí a lo que es. Es algo que parecería obvio: lo que es, es la única cosa que hay en cada momento, no obstante, estamos habituados a resistirnos a lo que es y a lo que hay. Siempre buscamos una manera de poder cambiarlo intentando forzar las cosas para que sean como nos gustaría que fuesen. Normalmente lo hacemos por hábito corporal pero también porque resistirnos fuerza el sentido de nuestra propia identidad, nuestro ego. Sin embargo, si consideramos las cosas tal como son realmente, no podemos hacer otra cosa que rendirnos y al decirle no a lo que es, buscando que sea lo que no es, es dar palos de ciego, aun así, persistimos.
Cuando nos resistimos a cualquier cosa que está sucediendo, permanecemos totalmente inconscientes de que a lo que nos estamos resistiendo es, en esencia, a la vida misma. Decirle no a la vida es decirle no al presente. Al resistir y al decir no, estamos huyendo del presente.
Decir si, rendirse, es acoger el presente; podemos corroborarlo porque lo sentimos en el cuerpo. De hecho, cuando nos rendimos inmediatamente percibimos que nos sentimos más presentes, estamos aún más vivos, más ligeros.
Cuando decimos que sea, cuando aceptamos lo que es tal y como es y permitimos que sea no oponemos resistencias a la vida; de este modo de llamar tenemos más de los acontecimientos, deja de ser relevante que haya bien o mal. Ya no hay necesidad ni dependencia de ninguna memoria. No tenemos necesidad del pasado y el pasado ya no tiene poder sobre nosotros. Estamos en un estado de gracia, estamos más vivos; en lugar de aferrados a las formas y permanecer contenidos dentro su mundo, accedemos a su poder, a eso que les da el ánimo, a la vida misma, por eso sentimos en nosotros la plenitud de la presencia.
Prueba practicar la rendición durante la jornada diaria. Experimenta rendirte internamente. Por ejemplo, permite que cualquier sensación que se manifieste en tu cuerpo, sea tal como es. Dile que sí y observa lo que sucede a continuación. Experimenta con una emoción, obsérvala en el cuerpo, déjala libre de moverse como quiera. Mantén un estado de atención apoyado en la sensación física. Percibe como te vuelves más presente nada más diciendo sí.
¿Es verdad que la resistencia fuerza? Sin rendición no podemos acceder al presente. No es posible porque la resistencia nos vuelve rígidos, toda negación nos vuelve rígidos y por tanto nos separa de la energía de la vida y genera sufrimiento. Decir sí es una práctica interior, es la práctica que podemos introducir en la vida cotidiana, en nuestro trabajo, en cualquier tarea que desempeñamos. Desde un estado de rendición la vida cotidiana adquiere una calidad diferente. Cuando aceptamos incondicionalmente todo lo que la vida nos trae nos volvemos sabios y fluimos, como el agua que desciende de la montaña, cuya naturaleza es encontrar siempre el mejor camino.
Desde un estado de rendición, desde la presencia que esta rendición nos regala, nos llega la certeza interior de que eso que estamos haciendo va bien. Nos volvemos más atentos escuchando los movimientos de la vida, nos movemos en consecuencia con ellos. Comienza entre nosotros y la vida una colaboración. La vida se vuelve benévola y nuestros pasos se afianzan. Y luego a menudo vemos que los acontecimientos externos cambian por sí mismos sin que sea necesario hacer esfuerzos. La resistencia es interior y la rendición también es un acto interior. El primer paso de esta práctica es darte cuenta de a que te estás resistiendo. Observa tu resistencia, percibe el no interno a lo que es. Comienza por aceptar ese no. Notarás que al hacerlo ya se genera un cambio. Mientras permanezca la resistencia utilizada para darte cuenta de que, mientras dices no, hay algo en ti que se siente más fuerte, hay una forma densa que se consolida. Eso es el ego. Obsérvalo. Así tendrás la oportunidad de conocerlo desde el mismo campo energético que genera. Notarás la densidad, la pesadez, la contracción. A partir de esa observación comienza la separación del ego.
La rendición es la aceptación interna de lo que es. Una creencia del pasado era, y aún es, que la rendición era sinónimo de derrota, de pérdida. Eso hizo que a través de los siglos desarrolláramos una resistencia compulsiva a cualquier movimiento interior o exterior que no nos agrade. Nos hacemos víctimas de los sucesos, lo soportamos, o bien luchamos para intentar vencerlos. A esto lo llamamos fuerza. En cambio, en la resistencia que oponemos en la vida hay mucho sufrimiento, y nos alimentamos de eso día tras día. Es una compulsión, una dependencia que no nos deja elegir.
No nos damos cuenta de que resistirnos a lo que ya es, en cierto sentido nos mantiene aprisionados, mientras que coger lo que nos trae la vida, permitir que lo que es sea tal como es, nos deja interiormente libres, y a partir de esa libertad tenemos la capacidad de elegir una respuesta a lo que está sucediendo, de emprender la acción necesaria. Decir sí nos hace estar alerta y presentes, no nos separa de lo que está ocurriendo, pero no nos involucra. Basta experimentar la rendición para darnos cuenta de que nos regala un estado interior muy distinto a la resistencia. En la rendición hay un estado completamente diferente de cualquier otro conocido por nuestra cultura, genera una espaciosidad interior en la cual las cosas, los objetos, las formas, el contenido del momento, todo se mueve, mientras nosotros permanecemos firmes y centrados en el presente.
La fuerza de la rendición es la libertad. Esta libertad es un acto de pacificación que nos restituye la calma interior y nos permite hacer la paz con todo aquello que nos circunda. Comienzan a experimentar la rendición con los acontecimientos externos, con las cosas que suceden. Cuando las situaciones se tuercen, para poder parar el sufrimiento es cuando más necesidad hay de practicar la rendición. Vive lo que la vida te trae como si tú mismo lo hubieras elegido. Ríndete incondicionalmente desde un estado de atención, apoyado en el interior del cuerpo, di sí a lo que está ocurriendo y observa cómo se eleva en ti el estado de presencia. Práctica la rendición con las personas de tu entorno, con los familiares, con los compañeros de trabajo. Mantente firme y atento en tu interior y acoge sin condiciones lo que los demás generan en ti, vuélvete totalmente responsable de estos movimientos internos. Observa cómo la rendición finalmente te permite aceptar a los demás tal como son y te abre a la posibilidad de tener una relación profundamente diferente, una relación más verdadera.
Practica la rendición con el sufrimiento, ya sea intenso, tanto si es físico como psíquico. Es la enseñanza de Jesús en la cruz. Él nos mostró que la rendición incluso cuando el dolor es intenso, nos lleva a la resurrección. Cualquier dolor asumido se vuelve una sensación, rodeada de un espacio de paz.
La rendición es perfectamente compatible con la acción. Eckhart Tolle nos dice que la verdadera finalidad de nuestra vida es el despertar. Este es el objetivo primario. Hacer es el objetivo secundario. Cuando nos alineados con nuestro objetivo primario, el hacer se pone al servicio del despertar y se vuelve un hacer consciente. A menudo se cree que la rendición es no hacer nada. La rendición no es un estado pasivo; al contrario, es la capacidad de hacer conjuntamente con la vida, desde un estado de unidad y no de separación; de hacer desde un sí y no desde una negación. Es un hacer estando totalmente presente. Un hacer al servicio del despertar sólo puede manifestarse cuando estamos alineados con el ser, es decir, presentes y alineados con nosotros mismos y, por eso, con la vida. De otra manera no es posible.
Desde un estado de rendición, en el hacer fluye una cualidad muy diferente; estamos totalmente presentes, estamos identificados con quienes somos verdaderamente. Esto nos ayuda a reconocer con claridad la acción que hay que emprender y nos permite darle a esta una atención total ya que nuestra atención estará enfocada en una sola cosa cada vez. Notaremos que esta forma de hacer no genera ningún estrés. El estrés es una consecuencia del rechazó a lo que ya es o se origina cuando proyectamos las cosas hacia el futuro.
Gracias a la rendición sabremos cuándo iniciar un cambio porque sabremos reconocer el momento justo y adecuado para realizarlo. La acción ya no vendrá de una reacción compulsiva debida al hecho de no conseguir decirle sí a la situación que estamos viviendo. Después de rendirnos podremos proponernos cualquier objetivo ya que estaremos actuando desde un estado de armonía con la vida y eso implica estar en armonía con nosotros mismos. A partir de aquí, el objetivo que emprendamos estará en armonía con nuestro propósito de vida. La rendición es el único estado del cual puede nacer un hacer consciente, un hacer en el que fluye tu estado de presencia, un hacer que no está al servicio del ego. Desde este estado la conciencia fluye en tus pensamientos, fluye en tu hacer y le otorga poder.
Es suficiente practicar la rendición para notar que poco a poco la calidad de tu forma de hacer cambia; reconoces que lo que estás haciendo es lo que corresponde hacer. Hay una aceptación activa y la podemos utilizar para nutrir nuestro objetivo primario: el despertar. Este reconocimiento y aceptación cambian completamente la manera en la cual nos movemos por la vida. Notarás también que tus elecciones se vuelven más acertadas, más claras y fáciles.
Desarrollar el hábito de aprender a estar con lo que es producirá unos objetivos más prácticos, esenciales y en armonía con la realidad. Un buen día descubrirás que el pasado ya no está en tu vida. Los viejos comportamientos reactivos han dejado lugar a un proceder inteligente y creativo y la vida se ha vuelto más fácil y todo este cambio ha ocurrido sin el menor esfuerzo. Notaras que ya no te enredas con las pequeñas cosas ni con las situaciones cotidianas sin importancia. Tu andadura se ha vuelto más firme y segura. Cuando vivas una situación de impotencia, cuando no haya ninguna posibilidad de actuar, observa. Detrás de eso que te está ocurriendo está la vida intentando enseñarte alguna cosa. Entonces, usa esa situación para rendirte más profundamente y al mismo tiempo para estar presente en ti mismo de manera más intensa. Rendirte te lleva a ser quien eres verdaderamente, el ser: donde reside la fuerza, el poder y la verdad.
Una vez durante un retiro un participante desafío a Eckhart Tolle, exigiéndole con agresividad poder filmar su enseñanza. Era un grupo numeroso y estaban esperando a que él entrase. En ese día esa persona había bloqueado a Eckhart la entrada a la sala de meditación. La situación era incluso bastante cómica porque aquel hombre tenía un pie enyesado e intentaba mantenerse en equilibrio empuñando su muleta mientras gesticulaba y hablaba con vehemencia. En su espalda cargaba una grabadora bastante grande y tenía todo el cuerpo contraído por el esfuerzo. Eckhart por el contrario estaba absolutamente inmóvil y sereno, no trataba de pasar a la sala ni evadirse en ningún momento, estaba de pie y sin señales de estar fastidiado. Se podía ver que estaba muy atento, pero no a las palabras y a los gestos que vibraban en torno suyo.
Eso fue sorprendente. Como en otras ocasiones Eckhart no se separó de la situación ni de la persona. Era obvio que estaba con el hombre, no contra él y, al mismo tiempo, en otro espacio completamente distinto de donde éste se encontraba. Seguramente los asistentes comprendieron mientras observaban y a la vez permaneciendo muy presentes, que habían recibido la enseñanza del día: habían podido ver qué es la aceptación. En ese momento comprendieron que la paciencia no tiene nada que ver con ser paciente ni con soportar una situación, sino con estar en el ahora y permitir que lo que es, sea.
En ese permitirnos vivir lo que es tal como es, cambia la calidad del tiempo y éste se transforma en el eterno presente.
La Sabiduría de la Rendición
Por: Dr. Eckhart Tolle
Es la calidad de tu conciencia en este momento lo que más determina el futuro que experimentarás. Así que rendirte es lo mejor que puedes hacer para traer cambios positivos. Cualquier acción es secundaria. Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir del estado de conciencia de no-rendición.
Para algunas personas, “rendirse” puede tener connotaciones negativas: derrota, abandono, fracaso ante los retos de la vida, volverse letárgico, etc. Sin embargo, la verdadera rendición no tiene nada que ver con eso. No significa que tolerar pasivamente cualquier situación en la que estés y no hacer nada al respecto. Ni tampoco significa dejar de planificar cosas o de realizar acciones positivas. Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida. El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora.
Así que rendirse es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas. Es decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es. La resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es el dolor.
Si has vivido lo suficiente, verás que las cosas “van mal” bastante seguido. Precisamente es ahí cuando se debe practicar la rendición, si es que quieres librarte del dolor y la tristeza. La aceptación de lo que es inmediatamente te libera de la identificación con la mente y te reconecta con el Ser. La resistencia es la mente.
La rendición es un fenómeno puramente interior. Esto no significa que no puedas intervenir en lo exterior o cambiar la situación. De hecho, no es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes, sino el pequeño segmento llamado “el ahora”.
Por ejemplo, si te encontraras atascado en el barro, no vas a decir: “Bueno, me resigno a estar atascado en el barro”. La resignación no es lo mismo que la rendición.
No necesitas aceptar una situación indeseable o desagradable, ni tampoco mentirte a ti mismo y decir que todo está bien. No. Reconoces totalmente que quieres salir de esta situación y limitas tu atención al momento presente, sin etiquetarlo mentalmente.
Esto significa que no hay juicios mentales sobre el Ahora, y por consiguiente, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas que este momento ya es como es. Luego actúas y haces todo lo que esté a tu alcance para salir de la situación.
A estas acciones las llamo “acciones positivas”. Y son mucho más efectivas que las negativas, las cuales surgen a partir de la bronca, la desesperación o la frustración.
Hasta obtener el resultado deseado, sigues practicando la rendición absteniéndote de etiquetar el Ahora. Déjame darte una analogía visual para que se entienda.
Vas caminando de noche por la senda, rodeado por espesa niebla, pero tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti.
La niebla en este caso es la situación en la que te encuentres, que incluye pasado y futuro. La linterna es tu presencia consciente. El espacio claro es el Ahora.
La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación. El mundo que te rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza. Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también surge la necesidad de competir y dominar. Incluso la naturaleza se vuelve un enemigo, y tus percepciones e interpretaciones son gobernadas por el miedo.
La enfermedad mental que llamamos “paranoia” es apenas una versión un poco más aguda de este estado normal pero disfuncional de conciencia. No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo), se torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae. El libre flujo de energía por el cuerpo, el cual es esencial para un funcionamiento saludable, queda restringido en gran medida.
El ejercicio y ciertas terapias físicas pueden ayudar a recuperar este flujo. Pero a menos que practiques la rendición en tu vida diaria, solo será una ayuda temporal, dado que la causa, es decir, el patrón de resistencia no se ha disuelto. Hay algo dentro de ti que permanece intacto a las situaciones pasajeras que conforman tu vida diaria. Y es solo a través de la rendición que puedes acceder a esto.
Se trata de tu vida, tu propio Ser, que existe eternamente en el presente sin tiempo. Si encuentras tu situación insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación.
La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer. La rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser. Y si tu hacer está impregnado de Ser, se convierte en una alegre celebración de energía de vida que te lleva más profundamente hacia el ahora.
A través de la no-resistencia, la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable. Los resultados entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad. A esto lo podemos llamar “acción proveniente de la rendición”.
En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez. Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción.
Por eso Jesús dijo: “Mira las azucenas, como crecen… no se esfuerzan ni dan vueltas”. Si tu situación en general es insatisfactoria o desagradable, toma solo este instante y ríndete a lo que es. Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Entonces, tu estado de conciencia deja de depender de lo exterior. Ya no reaccionas ni te resistes. Luego mira la situación más específicamente. Pregúntate: “¿Hay algo que yo pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla, o apartarme de ésta?”. Si la hay, actúa adecuadamente. No te enfoques en las mil cosas que tendrás o puede que tengas que hacer en algún futuro, sino en la única que puedes hacer ahora.
Esto no significa que no debas hacer planes, puede que planear algo sea lo único que puedes hacer ahora. Pero asegúrate de no estar corriendo tras películas mentales que continuamente te proyectan hacia el futuro y te hacen perder el Ahora. Puede que las acciones que realices no den fruto de manera inmediata; hasta que lo hagan, no te resistas a lo que es. Si no hay nada que puedas hacer, y no puedes irte de la situación, úsala para entrar más profundamente en la rendición, en el Ahora, en el Ser.
Cuando entras a esta eterna dimensión del Presente, el cambio suele presentarse de manera extraña, sin requerir mucho de tu parte. La vida se torna servicial y colabora. Si son factores internos como el miedo, la culpa o la pereza los que te impiden actuar, se disolverán a la luz de tu presencia consciente.
No confundas la rendición con una actitud de: “Ya nada puede molestarme” o “Ya no me importa”. Si miras más de cerca, verás que estas actitudes están contaminadas de negatividad en la forma de resentimiento oculto, de manera que no es rendición sino resistencia enmascarada.
A medida que te rindes, lleva tu atención hacia adentro, para asegurarte si aún hay algún rastro de resistencia en ti. Estate muy alerta cuando lo hagas, de otra forma, una cierta cantidad de resistencia puede seguir escondiéndose en algún oscuro rincón, en la forma de un pensamiento o de una emoción no reconocida.