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La Psiquiatría no sólo es un fraude, es peligrosa !!

Reconocemos la labor del CCHR en el mundo, en la Investigación
y Exposición de los abusos, torturas y crímenes de la Psiquiatría

BALANCE DE LOS TRATAMIENTOS PSIQUIÁTRICOS

CONTENIDO

  1.   Introducción.

  2.   ¿Existen o no los “enfermos mentales"?

  3.   ¿Cómo se hacen los diagnósticos psiquiátricos?

  4.   Invalidez de las evaluaciones psiquiátricas.

  5.   El peligro de los diagnósticos psiquiátricos.

  6.   Daños que ocasionan los tratamientos psiquiátricos.

  7.   Campaña mundial para la abolición de la psiquiatría.

  8.   Discriminación judicial a personas conestigma.

  9.   La psiquiatría como forma de control social.

  10.   Por la abolición de la hospitalización psiquiátrica involuntaria.

  11.   Diferencia entre agresividad y violencia humana.

  12.   “Enfermos mentales” - ¿una amenaza a la seguridad?

  13.   La psiquiatrización del crimen.

  14.   Erosionando la justicia: la corrupción de la ley por la psiquiatría.

  15.   ¿Qué hacer ante la violación de sus derechos?

  RECOMENDACIONES PARA LOS SISTEMAS DE JUSTICIA

Objetivos
  • Concienciar a la sociedad sobre los abusos que los psiquiatras están perpetrando en el ámbito de la "salud mental".

  • Exponer la falsedad de los diagnósticos psiquiátricos y el peligro de la estigmatización destruye en realidad miles de vidas.

  • el peligro de En nombre de una supuesta ayuda terapéutica la Psiquiatría estigmatiza y destruye en realidad miles de vidas, y su infiltración como disciplina científica en los sistemas de justicia mina el orden social.

  • Establecer el peligro y nivel de validez de los diagnósticos psiquiátricos, resaltando el probado daño de los tratamientos.

1.  Introducción

En nombre de una supuesta ayuda terapéutica la Psiquiatría destruye en realidad miles de vidas”. Quien hace tan contundente afirmación es Juan José Melgarejo Ruiz, representante en España de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos (CCDH); entidad que denuncia las dramáticas consecuencias de la Psicocirugía, los tratamientos de choque, el internamiento forzoso, las infrahumanas condiciones de las instalaciones psiquiátricas y la injustificable administración de drogas a niños a partir de los 6 meses de edad.

 

 Su objetivo es concienciar a la sociedad de los abusos que los psiquiatras de todo el mundo están perpetrando en el ámbito de la “salud mental". La asociación sostiene que detrás de las inexistentes enfermedades mentales se esconde simplemente un negocio de miles de más de 350 mil millones de Dólares al año. A nuestro alrededor surgen cada día nuevas etiquetas en forma de diagnósticos que estigmatizan supuestos trastornos del comportamiento condenando al consumo de fármacos a quienes las padecen.

 

La Psiquiatría aparece ante los ojos del ciudadano corriente como la garante última de la salud mental de la sociedad pero la realidad es que como sistema de diagnóstico y tratamiento se ha convertido en un engranaje más de la enorme máquina de hacer dinero sustentada en la falsa idea imperante de que todo se puede arreglar con fármacos. Y frente a ello poco o nada pueden los esfuerzos de algunos pocos profesionales que apuestan por soluciones diferentes y que por ello son relegados al olvido profesional y académico.

 

La industria farmacéutica mueve miles de millones de Dólares anuales en todo el mundo. Y a pesar de todo, ¿han descendido las enfermedades mentales? No. ¿Ha descendido el número de ingresos hospitalarios? No. ¿Han descendido como consecuencia de tanto fracaso los fondos públicos dedicados a las llamadas "enfermedades mentales"? Tampoco. Así que la pregunta ¿Ayuda o muerte? es más que razonable. Y si no, súmense a los anteriores los siguientes datos:

  • En los últimos 40 años -según la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos (CCDH)- han muerto en los hospitales psiquiátricos gubernamentales casi el doble de norteamericanos que en todas las guerras en las que Estados Unidos ha participado desde 1776.

  • Más de 20 millones de niños de todo el mundo toman drogas psiquiátricas bajo receta a pesar de que está constatado que pueden causar violencia, psicosis, alucinaciones, derrames cerebrales, diabetes, ataques al corazón, ideas suicidas y muerte ¡por trastornos cuya existencia jamás ha sido científicamente probada!

  • El número de norteamericanos de 65 años que son sometidos a electroshocks es un 350% mayor que el de los que tienen 64 ¿Por qué? Nadie se lo explica. ¿Será quizás porque el seguro gubernamental de salud para ciudadanos mayores comienza en ese país a estar disponible.... a los 65 años?

  • En 1912 el Manual Diagnóstico y Estadístico para Trastornos Mentales (DSM) -auténtica "biblia" de la Psiquiatría mundial- contenía 112 "trastornos mentales". En 1980 ya había 224; justo el doble. Con la publicación del DSM-lll pasarían a ser 253. En el DSM IV esa cifra ya era de 374. Esperándose que para el 2013 el DSM-V incluya nuevos tipos de trastornos. Claro que por cada uno de ellos en el sistema de salud norteamericano -referencia obligada de la Psiquiatría mundial- el psiquiatra factura.

 

En suma, el Manual Diagnóstico y Estadístico para Trastornos Mentales (DSM) es simple y llanamente la piedra angular de un gigantesco y lucrativo negocio que incluye ya entre los más chocantes "trastornos mentales’ auténticas chorradas como el 'trastorno de lectura’ el 'trastorno de expresión escrita' el 'trastorno matemático’ el 'trastorno por cafeína’ el 'trastorno por retirada de nicotina’ el 'trastorno negativista desafiante’ y el 'trastorno oposicionista desafiante'. Y a cualquiera al que un psiquiatra decida calificarle de tal se le puede tratar de “enfermo mental". Así que piénseselo antes de desafiar a algún psiquiatra o autoridad política y sea usted dócil.

 

Para Jan Eastgate, presidenta del CCRH, la cuestión es infinitamente más simple: "La gente tiene problemas en su vida, a veces muy serios. Y no quieres dañarla pero eso es lo que hace el tratamiento psiquiátrico. Cuando hay alternativas, tratamientos y métodos que pueden ayudar a la gente sin la violencia de las drogas y sin necesidad de usar métodos como el electrochoque. Claro que también son más económicos y eso amenaza los intereses creados que producen miles de millones de dólares al año en drogas psiquiátricas".

2. ¿Existen o no los "enfermos mentales?

Existen personas que en momentos determinados tienen comportamientos no apropiados que ponen en peligro su propia supervivencia y la de los demás. Existen personas que lo pasan mal por influencias indebidas y comportamientos hostiles hacia ellas, por problemas provocados por un sinfín de causas, muchas de ellas físicas y otras emocionales -como pérdidas que causan depresión- que la persona no sabe resolver por sí misma. Pero la medicación psiquiátrica no es la solución a esos problemas. Lo es la comunicación y la terapia hasta llegar a la causa de esa actitud o conducta. En 1972 el investigador Erwin Koranyi, en un estudio publicado en el Canadian Psychiatric Journal, demostró que más del 50% de las personas que buscan ayuda psiquiátrica tienen problemas físicos que son en realidad la causa de sus problemas mentales. Y otro ejemplo: el Manual de campo para la evaluación del Departamento de Salud Mental de California que el CCRH ayudó a complementar dice que "los profesionales de la salud menta” que trabajan dentro de un sistema de salud mental tienen la obligación profesional y legal de reconocer la presencia de enfermedades físicas en sus pacientes... Las enfermedades físicas pueden causar el trastorno mental del paciente o podrían empeorar un trastorno mental.

3.  ¿Cómo se hacen los diagnósticos psiquiátricos?

Según la Guía oficial de Psiquiatría para América Latina son dos los medios para obtener información que les permite emitir un diagnóstico, al no existir ningún tipo de análisis de laboratorio ni de imágenes craneales como en la medicina somática:

GUÍA LATINOAMERICANA DE DIAGNÓSTICO PSIQUIÁTRICO :

Los pasos claves del proceso de una evaluación diagnóstica integral, de acuerdo a las pautas Internacionales de Evaluación Diagnóstica de la Asociación Mundial de Psiquiatría (Mezzich, Berganza, von Cranach et al, 1999) incluyen los siguientes:

 

(1)  Entrevistas al paciente y

(2)  Utilización de fuentes adicionales de información

 

Estas fuentes pueden incluir familiares y personas significativas que hayan referido o conozcan al paciente, tales como maestros de escuela y trabajadores sociales, . La información proveniente de estas fuentes puede ser obtenida cara a cara, telefónicamente, o a través de documentos. De ser posible debe obtenerse el permiso del paciente antes de entrevistar o contactar estas fuentes adicionales de información.

“No existen análisis de sangre o pruebas biológicas que determinen la presencia o ausencia de la enfermedad mental, como existen para la mayoría de las enfermedades del cuerpo. Si se desarrollara una prueba de este tipo, entonces la condición dejaría de ser una enfermedad mental y se clasificaría como síntoma de una enfermedad física”.

PhD. Dr. Thomas Szasz

Profesor Emérito Psiquiatría, Fac. Medicina Nueva York, Siracusa

Conferencia del PhD. Jeffrey Schaler :

COMENTARIOS:

  1. En la Psiquiatría ¡¡ NO EXISTE NINGÚN TIPO DE ANÁLISIS CLÍNICO NI DE IMÁGENES PARA DETERMINAR SI UNA PERSONA ES SANA O NO MENTALMENTE!!, como si lo hay para el resto de las especialidades médicas.

  2. La enfermedad mental se refiere a ALGO QUE LA PERSONA HACE; mientras que la enfermedad real se refiere a ALGO QUE LA PERSONA TIENE.

  3. La enfermedad real se encuentra en un cadáver en la autopsia. La enfermedad mental no.

  4. Una persona en estado de coma es una persona "normal", según la Psiquiatría, porque no presentan síntomas que podrían indicar la presencia de esas cosas espantosas llamada emociones o comportamiento.

  5. Se requiere de una persona para tener una enfermedad real, mientras que SE REQUIERE DE DOS PERSONAS PARA TENER UNA “ENFERMEDAD MENTAL”.

  6. Existen las enfermedades cerebrales pero no las mentales, y esas deben ser tratadas por ramas médicas de neurología

  7. La Psiquiatría NO HA PODIDO MOSTRAR CURA PARA NINGUNA de las “enfermedades mentales”.

  8. La esquizofrenia y las paranoias son inventos psiquiátricos, no son enfermedades físicas ni neurológicas. Son comportamientos que no son del gusto de las autoridades y de la sociedad o de la cultura de esa sociedad, pero son comportamientos extraños para los habitantes de esa cultura. Siempre hay ahí un rasgo de autoridad.

 

¿Qué creen que los psiquiatras hubieran hecho si Jesús estuviera vivo hoy?,... ¿o Buda?, ... ¿o Mahoma? ...

Derechito a un manicomio, inyectado con drogas para parar sus creencias locas y su discurso. Los psiquiatras hoy día son los Grandes Inquisidores. Podrían crucificar a los hombres y mujeres santos del pasado en un instante. [Dr. Jeffrey Schaler]

3.  Invalidez de las evaluaciones psiquiátricas

No existe ningún análisis –sanguíneo, cerebral ni de ningún otro tipo– que avale científicamente la existencia o no de enfermedad mental en un paciente. La estigmatización psiquiátrica resulta una patraña destinada a crear miedo y dependencia. 

 

Si dos  psiquiatras exploran de manera separada, independiente, a un mismo paciente lo más probable es que no coincidan en el diagnóstico. Esto ocurre con mucha frecuencia. La posibilidad de que coincidan en el mismo diagnóstico es menor del 30% incluso si exploran a cualquier persona sana y normal es probable que lo diagnostiquen de alguna enfermedad en el 80% de los casos. Detrás de las inexistentes enfermedades mentales se esconde simplemente un negocio de más de 400 mil millones de Dólares anuales.

"Es difícil hacer cálculos acerca de la frecuencia de enfermos psíquicos peligrosos. Los criterios que podemos utilizar están sujetos a numerosas causas de error. Si un enfermo tiene un 10 % de probabilidades de cometer un acto antisocial, es muy peligroso, y sin embargo, el psiquiatra que formule un pronóstico de peligrosidad tiene un 90 % de probabilidades de equivocarse”.

[Psiquiatra Dr. R. PONS BARTRAN

Autor de: “El peligro del enfermo mental y la asistencia psiquiátrica”]

 

ROSENHAN - El experimento que conmocionó el mundo de la psiquiatría :

5.  El peligro de los diagnósticos psiquiátricos

 

En los diagnósticos psiquiátricos SE DAN POR VÁLIDOS LOS DATOS VERTIDOS POR FAMILIARES O TERCEROS, aun con mayor credibilidad  que los que pueda referir el propio paciente.

 

¿Y si los datos son entregados por un familiar malintencionado y son falsos?

“Se está abusando muchísimo de esos diagnósticos y sin ninguna razón clínica que lo justifique, diagnósticos que una vez que se lo pones a una persona LA DESGRACIAS PARA TODA LA VIDA”.

                                                 Dr. Javier Álvarez R.

Jefe de Psiquiatría del Hospital de León – España

39 años de experiencia

6.  Daños que ocasionan los tratamientos psiquiátricos

“"Los drogas psicotrópicas tienen una multitud de efectos adversos físicos y emocionales. Destruyen las células del cerebro, reducen el tejido cerebral. Curiosamente, esos mismos síntomas exactos que se supone los psicofármacos abordan, los empeoran. Los antidepresivos tienen potencial para causar mayor depresión entre otra serie de efectos: alucinaciones, trastornos del sueño, desesperación, psicosis, aumento en la violencia, tendencias suicidas que pueden llevar a la gente a engancharse en otras drogas”.

                                                                    Dr. Stephen Stein

Especialista en Adicción Médica

“Los antipsicóticos son algunos de los medicamentos más tóxicos que existen, aparte de la quimioterapia para el cáncer. Producen daño cerebral permanente, algunas veces incluso después de un tiempo de uso relativamente breve, y hacen más difícil que la gente vuelva a vivir una vida plena. He llegado a la conclusión de que, muy probablemente, nos iría mucho mejor si no utilizásemos antipsicóticos en absoluto.

No soy la única persona que lo ve así. Hay psiquiatras que han estudiado la literatura de una forma tan cuidadosa como yo y que han llegado a la misma conclusión: que en realidad no necesitamos fármacos antipsicóticos, porque frente a lo que implica el nombre, antipsicótico, no curan las psicosis. Los antipsicóticos tranquilizan a la gente, pero también les arrebatan parte de sus emociones, parte de sus pensamientos normales. Puedes ver que algunos de ellos se convierten en zombies, que no pueden hacer nada”.

[Dr. Peter Gotzsche; científico de la Universidad de Copenhague]

“Los Psiquiatras no pueden predecir qué efectos secundarios adversos podrían experimentar, porque ninguno de ellos sabe cómo funcionan sus fármacos. Se ha probado que el uso prolongado de estos crea una vida entera de daños mentales y físicos. Los efectos secundarios comunes incluyen agitación, ansiedad y nerviosismo, alucinaciones, suicidio y despersonalización, psicosis, ataque al corazón, derrame cerebral y muerte repentina”.

Fuente: CCHR

7. Campaña mundial para la abolición de la psiquiatría -

    Impulsada por el CCHR

“En los últimos 40 años han muerto en los hospitales psiquiátricos estadounidenses más norteamericanos que en todas las guerras en las que Estados Unidos ha participado desde 1776”.

[Fuente: CCHR – Comisión Internacional de Ciudadanos

por los Derechos Humanos que investiga violaciones de la Psiquiatría]

La Psiquiatría no es una ciencia sino una pseudociencia que tiene que ver más con las creencias de los psiquiatras en teorías jamás demostradas que con demostraciones fehacientes. E igualmente inconcebible es que el diagnóstico psiquiátrico salga a menudo de una consulta que apenas dura de 3 a 10 minutos -a veces 20 o algo más- y termina con una etiqueta completamente subjetiva que termina constituyendo un estigma para el supuesto enfermo. Porque hoy sabemos que si esa persona se fuese inmediatamente después de recibir ese diagnóstico a ver a otros diez psiquiatras recibiría casi con seguridad numerosos diagnósticos distintos sobre sus supuestos trastornos. Todos ellos carentes de base científica real alguna pero susceptibles de ser medicados con fármacos de innumerables efectos secundarios que en ocasiones acaban por ocasionar -directa o indirectamente- la muerte del paciente.

 

Los psiquiatras están fabricando y/o ayudando a promocionar una supuesta crisis de salud mental a nivel mundial que en realidad sólo tiene como objetivo obtener de los estados miles de millones de Dólares en fondos para investigación y en fármacos. Y dado que las drogas que dañan el cerebro y los tratamientos abusivos afectan ya a millones de personas y estamos experimentando un inaudito incremento de trastornos inexistentes -o cuando menos empeorados- la Psiquiatría debería ser urgentemente cuestionada como disciplina científica. E investigada a fondo. Nosotros entendemos que si el consumo de fármacos psiquiátricos se redujese o anulase las personas mejorarían considerablemente. Además hay alternativas válidas y funcionales y los psiquiatras lo saben luego la pregunta es: ¿por qué no se aplican? La realidad es que en nombre de una supuesta ayuda terapéutica la Psiquiatría destruye cada año a decenas de miles de personas.

¿Avances científicos en la Psiquiatría?

Este punto resultaría cuando menos cómico si no estuviera en juego la desgracia inducida de tantas personas. La psiquiatría no tiene nada que ver con la medicina ni con la ciencia (y, por lo tanto, no puede avanzar científicamente lo que ni siquiera es ciencia), sino –y de acuerdo con psiquiatras como Alice Miller, Thomas Szasz o Elisabeth Kubler-Ross– con el poder.

Edificante testimonio de Elisabeth Kubler-Ross, eminente psiquiatra suizo-estadounidense especialista en el tránsito hacia la muerte y personas moribundas, que consagró su vida a la denuncia de los abusos y manipulaciones de su profesión. Asignada al Departamento de Psiquiatría del Hospital Estatal de Manhattan en Nueva York, donde se acogía a enfermos mentales muy graves, dejó escrito sobre su experiencia :

“El pabellón al que me asignaron estaba en un edificio de una planta en el que vivían cuarenta esquizofrénicas crónicas. Me dijeron que todas estaban desahuciadas, que no había remedio para ellas. Observé una sola cosa que podía explicar esa afirmación: la enfermera jefe”. Y tras conseguir resultados milagrosos simplemente humanizando el trato hacia esas personas, concluye: “En lugar de medicamentos, lo que necesitaban era atención y cariño”.

Dra. Elisabeth Kubler Ross.

8. Discriminación judicial a personas con estigma

Todas las personas sin distinción de clase tienen derecho a ser juzgadas conforme al debido proceso, sin que ninguna autoridad judicial pueda desconocer ese derecho fundamental. Los funcionarios judiciales tienen el deber ético de emitir sus resoluciones en apego al principio de estricta legalidad, con el cual se asegura el respeto a la Ley, sin que ningún interés o temor los aparte de su importante misión de declarar el derecho.

 

La presente Investigación tiene como objetivo principal auscultar en las normas jurídicas principales como es la Constitución Política y otras, cómo se encuentran establecidas los preceptos sobre Igualdad ante la Ley, y cómo en la vida cotidiana éstas normas no se cumplen, en razón de que existe por un lado un diseilo no eficaz de la norma puesto que es de carácter formal, y no sustantivas y por lo tanto no funcionales; por otro lado el problema social de fragmentación y exclusión que vive el país, hace que se agudice más aún el problema de la desigualdad social, que repercute enormemente en distanciar el precepto de que todos somos iguales ante la Ley.

 

A pesar de la existencia de una normativa contraria a la discriminación, son frecuentes los casos de incumplimiento de la mencionada normativa.

“Los diagnósticos   psiquiátricos   son   etiquetas   estigmatizadoras aplicadas a personas cuyas conductas molestan u ofenden a la sociedad, o más concretamente a la familia, que es el principio   coercitivo   de   la   sociedad   moderna.   Si   no   hay enfermedad mental, tampoco puede haber hospitalización o tratamiento para ella. Desde luego, las personas pueden cambiar   de   comportamiento,   y   si   el   cambio   va   en   la dirección aprobada moralmente por la sociedad es llamado cura o recuperación”.

PhD. Dr. Thomas Szasz

Profesor Emérito Psiquiatría, Fac. Medicina Nueva York, Siracusa

“La discriminación estigmatiza a las personas que sufren la enfermedad de la adicción porque son excluidos de las reglas que se aplican a personas «normales». Es evidente que este estigma está basado en criterios no científicos sino en la percepción que el adicto o la adicta le gusta este tipo de vida, inclusive este estigma se encuentra en los profesionales de la salud, que se expresa en comentarios basados en prejuicios sociales creando un estigma de la persona que necesita ayuda.  En los sistemas de justicia es más evidente a través de la penalización, o con derecho de defensa esquivo si la víctima es un adicto o estigmatizada como adicto”.

[Jorge Yeshatahu González Lara. Sociólogo e investigador.

Autor de: El estigma en la adicción a las drogas y

al alcohol y la discriminación en la comunidad hispana].

NUEVO ENFOQUE HUMANISTA DE ENTENDER Y TRATAR LAS ADICIONES

 

“Toda adicción nace de una negativa inconsciente a enfrentar el dolor y salir de él. Toda adicción comienza con dolor. No importa a que sustancia sea usted adicto: alcohol, comida, drogas legales o ilegales o una persona. Usted está usando algo o a alguien para ocultar su dolor”.

  Dr. Eckhart Tolle

 

“La adicción es un comportamiento dirigido a contrarrestar un profundo e insoportable sentimiento de impotencia, que siempre tiene su origen en algo muy importante para el individuo”.

PhD. Dr. Lance Dodes

CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS:

 

Artículo 3.  Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica:-  Toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica.

Artículo 24. Igualdad ante la Ley:- Todas las personas son iguales ante la ley.  En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.

9.  La psiquiatría como forma de CONTROL  SOCIAL

El Psiquiatra, Dr. Thomas   Szasz,  dirigió el   combate   contra   los internamientos psiquiátricos. Señaló, como se ha anotado que   la   enfermedad   mental   no   existe   y   que   los   “locos” tratan de decirnos cosas incómodas, lo que la familia, la sociedad, el sistema político opta por oscurecer, esconder; la sociedad cuenta con los psiquiatras para silenciarlos Esta conspiración de silencio es lo que denuncia Szasz. Lo que   se   denomina   ‘enfermedades   mentales’   son   los comportamientos   de   individuos   que   nos   perturban,   nos incomodan o no son consideradas moralmente aceptables en   la   sociedad.   La   esencia   de   la   locura   es   el   disturbio social   y   el   tratamiento   que   se   aplica   a   aquellos   que   la “padecen”, se asimila al de un cargo político en el marco de un Estado totalitario, el de disidencia.

 

Se ha hablado de una “fabricación de locura” para designar aquella práctica que consiste en asignar etiquetas psiquiátricas a personas que son extrañas, incómodas, que plantean un desafío o que representan una supuesta plaga social para el orden establecido, pues no se sujetan a la normalidad dictada por las esferas del Poder, no acatan la regla de la servidumbre moderna.

 

El concepto de “enfermedad mental” nos permite acomodar comportamientos que nos cuesta aceptar que puedan ser normales y ello porque atentan contra nuestro narcisismo primario. Conductas como, por ejemplo, el “crimen”, definición sujeta a la justicia de Dios, que ahora se manifiesta bajo el nombre de la ley. Hasta el siglo XVIII, el Mal era interpretado como una posesión por el diablo. Hoy, el Mal es necesariamente el signo de un trastorno genético y químico, Todo esto, según Szasz, tiene relación con el pensamiento mítico, no con la ciencia.

Por tanto, el psicoanálisis, como la psiquiatría, sólo serviría para reafirmarnos en la necesidad de encerrar y desterrar aquello que molesta a la sociedad y a la familia, el denominado criminal, loco, disidente; para así ver como “normal” la sujeción de la regla de la servidumbre moderna.

Separación de la psiquiatría y el Estado

"Si reconocemos que “enfermedad mental” es una metáfora por pensamientos, sentimientos y comportamientos desaprobados, nos vemos compelidos a reconocer también que la función primaria de la psiquiatría es controlar el pensamiento, el estado de ánimo y la conducta. Así pues, como la Iglesia y el Estado, la psiquiatría y el Estado deben estar separados por una muralla. Al mismo tiempo, el Estado no debe interferir con las prácticas de salud mental entre adultos que dan su consentimiento. El rol de los psiquiatras y de los expertos en salud mental con relación a la ley, el sistema escolar y otras organizaciones debe ser similar al rol de los clérigos en esas situaciones".

Psiquiatra PhD. Dr. Thoma Szasz

DSM - LA ESTAFA PSIQUIÁTRICA MÁS MORTAL

10.  Por la abolición de la hospitalización psiquiátrica
      involuntaria
Internamiento involuntario

 

La hospitalización mental involuntaria es prisión bajo el disfraz de tratamiento; es una forma encubierta de control que subvierte la regulación legal. Nadie debe ser despojado de la libertad excepto por una ofensa criminal, después de ser juzgado por un jurado guiado por las reglas de prueba legales. Nadie puede ser detenido contra su voluntad en un edificio llamado “hospital” o en ninguna otra institución médica o sobre la base de la opinión de un experto. La medicina debe ser claramente distinguida de la penología, el tratamiento del castigo, el hospital de la prisión. Ninguna persona debe ser detenida involuntariamente por un propósito distinto que el castigo o en una institución distinta que la que se ha definido formalmente como parte del sistema estatal de justicia penal.

11.     Diferencia entre agresividad y violencia humana

 

La agresividad es un instinto natural que el hombre lleva consigo desde su nacimiento. Este instinto nos sirve para estar alerta, defendernos y adaptarnos al entorno. Gracias a la cultura, modulamos ese instinto agresivo y lo convertimos en un instinto social.

 

La violencia no es un comportamiento natural del ser humano, sino que se trata de un producto cognitivo y sociocultural alimentado por lo roles sociales, los valores, las ideologías, los símbolos, etc. La violencia es, por tanto, una conducta aprendida y con una gran carga de premeditación e intencionalidad (la agresividad, en cambio, es inconsciente). La violencia es la transformación de la agresividad para hacer daño a otro ser humano. La violencia genera disfunción social, es relacional y utilitaria y la podemos encontrar en diferentes ámbitos, como por ejemplo ante el abuso sexual, el maltrato familiar, el acoso laboral, el maltrato escolar, el terrorismo, los crímenes de guerra, etc.

 

El acto violento tiene seis componentes intrínsecos:

  1. Es intencional. No es accidental, lleva toda la intención así como claridad en cuanto a quien se dirige. Quien arremete sabe con quién se violenta.

  2. Es un acto de poder o sometimiento, donde no existe posibilidad de negociar ni de diálogo.     .

  3. Es recurrente, es decir, que ocurre más de una ocasión.

  4. Se incrementa con el tiempo. Va escalando y así hasta la posibilidad de llegar a la muerte.

  5. Es selectiva, es decir, elige a su o sus víctimas. Si se encuentra con una persona más fuerte que él/ella, decide o busca el camino para no enfrentarse.

  6. Siempre transgrede los derechos de la persona, porque le obliga a realizar actos que no desea, y atenta contra su libertad. Cabe mencionar que las normas disciplinarias para educar a los niños, como obligarlos a hacer la tarea o impedirles ver televisión en un horario nocturno, no caben en esta definición.

 

En relación a este último punto (6); no sólo se transgreden los derechos, sino también la voluntad de la víctima, que es a quien se pretende someter y controlar. El propósito de la violencia es eliminar cualquier obstáculo para ejercer un determinado poder. Por esto, para que la violencia pueda presentarse, se requiere un desequilibrio previo, es decir, un esquema de poderes desiguales

 

12.   “ENFERMOS MENTALES” - ¿Una amenaza a la

       seguridad?

         

Por: Psiquiatra Dr. Benito Peral Ríos [Hospital San Carlos - España]

“Los esquizofrénicos (el tipo más común de «locura») no representan un peligro para la seguridad de una ciudad porque no son delincuentes. No tienen un trastorno que atenta contra la tranquilidad de una ciudad. El trastorno de los individuos que atentan contra la seguridad de las personas, ciudades, comunidades o cultura son llamados sociópatas o psicópatas, quienes tienen un comportamiento vengativo con la sociedad o estructura familiar”. [Germán Aguirre Licht, psiquiatra forense – Investigador del Instituto de Neurociencia. Colombia]

           

La prevalencia de la psicopatía en nuestra sociedad es la misma que la de la esquizofrenia, un trastorno devastador que provoca un malestar punzante tanto al paciente como a su familia. Sin embargo, el alcance del dolor personal y del malestar asociado con la esquizofrenia es pequeño comparado con la carnicería asociada a los psicópatas. Estos tejen una amplia red y prácticamente todo el mundo queda atrapado en ella de una manera u otra.

 

No es sorprendente que muchos psicópatas sean considerados oficialmente como criminales, pero muchos otros se hallan fuera de las prisiones y usan su encanto y sus habilidades camaleónicas para abrirse camino en la sociedad y dejar un rastro de vidas arruinadas detrás de él.

 

Según el Dr. Robert Hare (quien dirigió la investigación durante 25 años para desarrollar “Psychopathy Checklist”; por primera vez un medio de medir y diagnosticar la psicopatía, aceptado ahora mundialmente y de carácter científico) señala: “Incluso psiquiatras, psicólogos forenses y aquellos miembros del sistema judicial —además de: abogados, trabajadores sociales, agentes de la libertad condicional, policías, personal de correccionales— que trabajan a diario con psicópatas saben poco realmente acerca del tipo de personas con las que tratan. Este fracaso a la hora de distinguir entre delincuentes que además son psicópatas de los que no lo son tiene terribles consecuencias para la sociedad”.

 

Por otra parte es bien conocido que las personas con enfermedad mental son más víctimas que autores de hechos violentos. Según algunos estudios los enfermos mentales sufren actos violentos o delictivos hasta 14 veces más que la población general.

 

Alberto Fernández Liria, presidente de la Asociación Española de Neuropsicología, agregaba, para El País en abril de 2008, que, pese a que las personas con mentales graves representan el 3% de la población, cometen “mucho menos del 3%” de los delitos violentos. En definitiva, las personas con trastornos mentales no son peligrosas.

 

Como se ve el panorama es complejo. No es fácil simplificar. Nos sigue dando miedo la locura porque la asociamos con pérdida del juicio, comportamiento imprevisible, peligrosidad, extrañeza, incomunicación o incurabilidad. De ahí derivan la marginación, discriminación y estigmatización que la sociedad dedica a los 'locos'.

 

La violencia ya sea contra el colectivo o violencia machista no puede reducirse a problemas a nivel cognitivo. Se trata de una violencia perfectamente sistematizada y cuyo origen nace a nivel social, estructural.

 

Las explicaciones, así como las soluciones, no han de nacer de la estigmatización hacia colectivos como las personas con trastornos mentales . Deben mejorar la educación e interacción a nivel comunitario.

 

Aunque les parezca extraño, los psiquiatras no somos los médicos más agredidos por los pacientes. Curiosamente son los médicos de atención primaria, es decir los que tratan con la población general, los que con más frecuencia reciben agresiones por parte de las personas a las que atienden. Sin embargo la idea general, incluso entre los médicos, es que los pacientes más violentos son los psiquiátricos. Hay tópicos injustos y éste es uno de ellos. En tratamiento psiquiátrico están muchas personas que nada tienen de violentas, la inmensa mayoría de los pacientes psiquiátricos no son peligrosos. Es justo al revés, la mayoría tienen menos violencia y demuestran menos agresividad hacia los demás que la media de la población general. Así ocurre en los pacientes ansiosos, que son un porcentaje muy alto de los enfermos que atendemos los psiquiatras, y también en los pacientes fóbicos; así ocurre en los depresivos, que cuando vuelcan su violencia casi siempre lo hacen hacia sí mismos, también en los hipocondríacos, en los obsesivos y en un larguísimo etcétera.

Además

 

La falta de ayudas hipoteca a las familias de los esquizofrénicos

 

Otro tópico relacionado con el anterior e igualmente injusto es el que relaciona la delincuencia con la enfermedad mental. Con frecuencia oímos decir de asesinos o de terroristas que están locos, cuando las estadísticas demuestran fehacientemente lo contrario, que no suele haber patología psiquiátrica en esas personas. Me refiero obviamente a patología psiquiátrica en el sentido estricto, es decir enfermedades mentales que cursan con pérdida del juicio de la realidad, lo que popularmente llamamos locura y que en Psiquiatría se llaman Psicosis. Lo que sí suelen tener muchos delincuentes asesinos y muchos terroristas son personalidades psicopáticas, sociopáticas o fanáticas, pero eso se aleja mucho del concepto duro de enfermedad.

 

La peligrosidad del enfermo mental se reduce prácticamente al ámbito de las enfermedades psicóticas, es decir aquéllas que cursan con una pérdida del contacto con la realidad. Es un amplio apartado dentro de las enfermedades psiquiátricas donde se encuentran las esquizofrenias, las paranoias y otros muchos cuadros de naturaleza tóxica y orgánica. Los pacientes esquizofrénicos son los que tienen peor fama, cuando la inmensa mayoría de ellos no tienen comportamientos agresivos y son un colectivo poco conflictivo y por cierto, bastante olvidado por parte de los poderes públicos. También todos desde el miedo infundado tendemos a marginarlos y así lo hacemos cuando en el lenguaje coloquial decimos de los terroristas que son enfermos mentales o locos esquizofrénicos. ¿Pero qué tendrá que ver la esquizofrenia con el terrorismo?

Son pocos, pero hay enfermos agresivos

 

Sólo son potencialmente peligrosos los pacientes psiquiátricos que no reciben tratamiento psicofarmacológico adecuado y tienen sintomatología alucinatoria-delirante cuyos contenidos guardan relación con la persecución, el perjuicio o las vivencias de invasión e influencia. Es decir oyen voces en su cabeza o están convencidos de que les persiguen, les controlan y quieren dañarle. Sus conductas violentas son coherentes con estas ideas. Son estos enfermos los que de vez en cuando saltan a las primeras páginas de los medios de comunicación al llevar a cabo conductas violentas que suelen ser además muy extravagantes, lo que multiplica el eco y la repercusión.

 

En la actualidad disponemos de unidades de hospitalización cuya estancia media es de sólo dos o tres semanas y esto es suficiente para tratar la mayor parte de los cuadros psicopatológicos.

 

Pero aunque sean pocos casos, lo cierto es que a veces ocurren sucesos muy trágicos que deben hacernos recapacitar. Creo en primer lugar que los familiares que viven con estos enfermos deben tener mucho más apoyo por parte de las administraciones. Es fundamental llevar a cabo el ingreso urgente de los enfermos que están descompensados y de aquellos que no toman la medicación antipsicótica adecuada o que ésta no les está siendo eficaz. Tristemente a veces todo son dificultades para poder ingresar a estos pacientes. El sistema judicial, en aras de salvaguardar el derecho a la libertad del paciente, tiende a ser poco sensible con las demandas de la familia y tiene que darse una conducta manifiestamente violenta para obtener el auto judicial que posibilite el traslado del enfermo a un centro de internamiento. Es lamentable porque esa libertad que se pretende salvaguardar de nada vale cuando una persona está gravemente enferma psíquica y de lo que carece es de otra libertad mucho más esencial, la libertad interior. ¿De qué puede valerle a un paciente la libertad de movimiento si es esclavo de su enfermedad, si está preso de terribles alucinaciones y delirios?

 

Los viejos psiquiátricos donde se hacinaban los pacientes durante años ya no existen, a Dios gracias. En la actualidad disponemos de unidades de hospitalización cuya estancia media es de sólo dos o tres semanas y esto es suficiente para tratar la mayor parte de los cuadros psicopatológicos. Sin embargo hay casos de pacientes psicóticos potencialmente peligrosos que no responden al tratamiento a corto plazo y que precisan de internamientos prolongados, resultando cada vez más difícil encontrar centros adecuados para ellos. Como siempre la maldita ley del péndulo nos lleva de un extremo al otro. Hace sólo unas décadas daba pena entrar en los viejos manicomios y ver el espectáculo dantesco de cientos de personas recluidas en cárceles para la locura, y ahora da miedo comprobar que hay personas que viven en estados psicóticos permanentes deambulando por las calles porque faltan hospitales para pacientes crónicos que necesitan ingresos prolongados.

 

En contra de lo que popularmente se cree, el enfermo casi siempre avisa, y no una sino varias veces, de sus intenciones, sean éstas agresivas o suicidas. Cuando esto se produce debería de haber dispositivos rápidos, eficaces y flexibles que procurasen de forma urgente el internamiento. Y estos debieran ser de corta o larga estancia en función de cada caso. Porque es inhumano privar a estos enfermos del tratamiento que necesitan y es también inhumano abandonar a su suerte a los familiares que con ellos conviven.

13.     LA PSIQUIATRIZACIÓN DEL CRIMEN

 

La indiscutible competencia de la psiquiatría en asuntos de carácter judicial durante todo el siglo XX, se desarrolla en paralelo a una de las mayores falsedades que se vienen defendiendo desde esta disciplina. No es cierto, en efecto, que la psiquiatría disponga de remedio terapéutico para los problemas de transgresión de las leyes que —con su mediación pericial— consigue calificar como patológicos.

 

Esta psiquiatrización del crimen ha dado origen al mito del paciente mental peligroso: con bastante frecuencia los medios masivos de comunicación informan sobre un crimen al que, enseguida y tras la entrevista a un psiquiatra o psicólogo, se le endilga el calificativo de trastorno mental. Aunque no hay ninguna evidencia de que los llamados pacientes psiquiátricos son más peligrosos que los normales, la situación actual apunta más bien a todo lo contrario, el mito del paciente mental peligroso se resiste a morir.

           

El exhaustivo examen de los genocidas nazis no mostró ninguna patología psiquiátrica que explicase su maldad y legitimó tanto su condena como nuestro deber de maldecirlos.

 

“La mayoría de los asesinos psicopáticos no están locos, según los cánones legales y psiquiátricos. Sus actos no son el resultado de unas mentes trastornadas, sino de una racionalidad calculadora combinada con una incapacidad escalofriante para tratar a los demás como seres humanos pensantes y sensibles. Su conducta incomprensiblemente amoral, dentro de una personalidad aparentemente normal, nos asombra y atemoriza”.

Psiquiatra PhD. Dr. Robert D. Hare

Investigaciones por más de 25 años y creador de Psychopathy Checklist

 

Según José Carlos Fuertes Rocañín, psiquiatra experto en medicina legal y forense, los actos antisociales cometidos en España por enfermos mentales suponen solo el 3 % del total anual.

 

La transformación de los criminales en enfermos mentales es sólo la expresión caricaturesca de un profundo movimiento de medicalización de la sociedad moderna, impulsada por la industria farmacéutica a través de los psiquiatras, así como de la negativa a considerar al hombre como un individuo libre y responsable.

 

De hecho, quienes sufren un trastorno mental no llevan a cabo un mayor número de agresiones graves. Casi todas las conductas agresivas delictivas, particularmente los crímenes más brutales” los llevan a cabo personas sin ningún tipo de trastorno. Es decir, que “la violencia real no es la de los enfermos sino la de los mentalmente sanos“. Además, incluye una matización. “El encare de la violencia y su prevención implica reconocer que la violencia es un problema social y no médico“.

14.  EROSIONANDO LA JUSTICIA: LA CORRUPCIÓN DE LA

      LEY POR LA PSIQUIATRÍA

 

"...Se ha dicho a nuestro sistema legal que la psicología clínica es una disciplina científica..., y nuestro sistema legal lo ha creído. Si se considera el estado deplorable de la 'ciencia" de la psicología clínica, es en verdad increíble." –                       [Dra. Margaret Hagen, PH.D. – Presidenta del CCHR]

 

Documental: Infiltración de la Psiquiatría en los sistemas de justicia :

Manifiesto del CCHR

(Comisión Internacional que Investiga los abusos y violaciones

de los Derechos Humanos por parte de la Psiquiatría)

           

Este informe es una revisión detallada del violento ataque al sistema de justicia que se ha llevado a cabo en las últimas siete décadas y no sólo por criminales. En nuestros tribunales existe una influencia oculta que mientras afirma tener grandes conocimientos y deseos de ayudar, en realidad ha traicionado nuestros valores más profundos y nos ha dejado una población carcelaria con un costo altísimo para el público. Es la influencia de la psiquiatría y la psicología.

 

La mayoría de los asesinos en serie puede que torturen, maten y mutilen a sus víctimas —una conducta increíble que pone a prueba nuestra concepción de la palabra «cordura»—, pero en la mayoría de los casos no hay evidencia de que estén trastornados, mentalmente confusos o de que sean psicóticos. Muchos de esos asesinos son diagnosticados como psicópatas, lo que significa que están mentalmente sanos según los cánones psiquiátricos y legales actuales, pero la distinción entre asesinos trastornados y asesinos cuerdos pero psicópatas no está tan clara.

 

En los tribunales existe una influencia oculta que mientras afirma tener grandes conocimientos y deseos de ayudar, en realidad ha traicionado nuestros valores más profundos y nos ha dejado una población carcelaria con un costo altísimo para el público. Un violento ataque al sistema de justicia que se ha llevado a cabo en las últimas siete décadas y no sólo por criminales. Es la influencia de la psiquiatría y la psicología.

 

El eminente Dr. Thomas Szasz, profesor emérito de psiquiatría en la Universidad del Estado de Nueva York, Siracusa, comenta que en la actualidad “el fenómeno de psiquiatras que examinan a personas para determinar si son o no responsables es una característica común de nuestro panorama social”. Al mismo tiempo, reconoció que la psiquiatría es “la fuerza individual más destructiva que ha afectado a la sociedad en los últimos 60 años”.

¿Es escandaloso? Sin duda. Pero también está bien razonado y es agudo. El Dr. Szasz es un autor reconocido internacionalmente con más de 30 libros en su haber. Tiene tanto la experiencia como la talla moral para declarar que la profesión psiquiátrica ha ido debilitando en forma gradual pero firme los fundamentos de nuestra cultura, la responsabilidad individual, los estándares de los logros, la educación y la justicia. Afirma que lo esencial es que “… los psiquiatras han sido los principales responsables de crear los problemas que aparentemente han tratado de resolver”.

 

Desde 1965, el promedio de crímenes violentos en los Estados Unidos de jóvenes de menos de 18 años aumentó más del 147% y de infracciones por drogadicción en más del 597%. El promedio de crímenes violentos en toda la Unión Europea, Australia y Canadá ha comenzado recientemente a igualar y hasta sobrepasar a los Estados Unidos. Desde la década de 1970, el crimen también subió el 97% en Francia, el 145% en Inglaterra y el 410% en España. En el Reino Unido, el índice de crímenes violentos ha ascendido en un 545% desde 1985. Suecia, en la actualidad, tiene un promedio de víctimas de crímenes un 20% más elevado que en los Estados Unidos. Y en un estudio realizado en siete prisiones rusas se encontró que el 43% de los prisioneros se había inyectado drogas. Y de ellos más del 13% comenzó en prisión.

 

La rehabilitación de los criminales es un sueño que hace mucho tiempo se ha olvidado. Construimos más prisiones y aprobamos leyes mucho más severas creyendo que actuarán como elementos disuasorios. Mientras tanto, la gente honesta está perdiendo la fe en la justicia misma, pues ven que los criminales despiadados evitan ir a la cárcel empleando tácticas defensivas raras e incomprensibles.

En la década de 1940, los dirigentes psiquiátricos proclamaban la intención de infiltrarse en el campo de las leyes para brindar una “reinterpretación y eventual erradicación del concepto de lo correcto y lo incorrecto”.

 

El imperio de la ley y un sistema imparcial y funcional de administración de la ley separó a la democracia progresista de los estados totalitarios. Los ciudadanos tienen el derecho de contar con un sistema para su paz y seguridad.

 

Al examinar el asunto ahora, la entusiasta declaración del psiquiatra Karl Menninger respecto a que una decisión de 1954 del Tribunal Federal de Apelaciones en Washington, D. C., fue “más revolucionaria en su efecto total” que la decisión de la Corte Suprema de terminar con la segregación de los afroamericanos de los blancos, tiene una cualidad profética. Se estaba refiriendo a la decisión de que una persona con problemas mentales no es criminalmente responsable de actos ilegales.

 

La decisión desencadenó un incremento inmediato de testimonios psiquiátricos en los tribunales de justicia de los Estados Unidos y se extendió rápidamente por todo el mundo. El impacto acumulativo de esta tendencia en la justicia ha ocupado desde entonces a eruditos de las leyes, criminólogos y expertos de política pública en todo el mundo. El consenso es que el “efecto revolucionario total” ha sido un debilitamiento masivo de la confianza del público en la habilidad del sistema de justicia para impartir una justicia rápida y equitativa.

 

Menninger tenía motivos para regocijarse. La reglamentación se produjo menos de una década después de que los principales psiquiatras del día (Menninger entre ellos) se propusieran infiltrar la profesión legal como parte de su plan estratégico para una psiquiatría global. Brock Chisholm, quien, con John Rawlings Rees, fue cofundador de la Federación Mundial de Salud Mental (WFMH), dijo francamente a otros miembros de su profesión en el momento: “Si se debe liberar a la raza de la carga agobiante del bien y el mal, deben ser los psiquiatras quienes tomen la responsabilidad original”.

 

Como reacción al pronunciamiento de Chisholm, Samuel Hamilton, asesor del Servicio de Salud Pública y presidente electo de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA), lo igualó a uno de los “antiguos profetas" presentando la “Nueva Jerusalén" en la que todos viviremos.

 

Rees fue descaradamente franco cuando declaró: “La vida pública, la política y la industria deben todas estar bajo la esfera de la influencia psiquiátrica.¡Si vamos a infiltrarnos en las actividades profesionales y sociales de otras personas, creo que debemos imitar a los totalitarios y organizar algún tipo de actividad de quinta columna! Seamos entonces, ‘quintos columnistas’ muy en secreto”. Rees consideró que los campos de la ley y la medicina eran los “dos más difíciles” de “atacar”.

 

Y ellos atacaron, con la consecuencia de que en la actualidad, por su influencia, el sistema está fallando. Ahora depende de las muchas personas conscientes, trabajadoras y cada vez más desilusionadas dentro del sistema, que se den cuenta de esto y lo limpien de estos intrusos destructivos.

Con este informe, tenemos la esperanza de ayudarte a comprender cómo ocurrió esto. Mostramos cómo las ideologías y acciones de la psiquiatría han contribuido al actual fracaso de la rehabilitación criminal y al incremento de los índices de criminalidad.

 

Por último, proponemos revertir estas tendencias. Confiamos en que la información ayudará, a quienes tienen buena voluntad e integridad, a corregir un sistema que le está fallando a sus ciudadanos. Los decentes, los productivos, la vasta mayoría de nosotros, no merecemos menos.

15. ¿Qué hacer ante la violación de sus derechos?

16.  RECOMENDACIONES PARA LOS SITEMAS DE JUSTICIA

  1. Ante todo, se debe reconocer que cada persona es responsable de sus acciones y se le debe poder imputar la responsabilidad de sus acciones.

  2. Legisladores federales y estatales deben revocar cualquier ley que permita la defensa por demencia y los alegatos de capacidad reducida.

  3. Jueces, abogados o policías necesitan asegurar que se retire de tribunales la evidencia psiquiátrica y que ya no se otorgue a psiquiatras y psicólogos la categoría de "expertos". Deje que jueces y jurados decidan las cuestiones de intención criminal como lo hacían antes de que los psiquiatras introdujeran ideas ilógicas respecto a lo que es correcto e incorrecto.

  4. Destituir a psiquiatras y psicólogos como asesores o consejeros de fuerzas policíacas, prisiones y servicios de rehabilitación criminal y de libertad condicional. Como los psiquiatras no tienen bases científicas para sus afirmaciones, no les permita presentar opiniones sobre drogadicción, conducta criminal y delincuencia o tratarlas, o sondear la supuesta conducta peligrosa.

  5. Enjuiciar como infracciones criminales todos y cada uno de los casos de daño físico causado por el uso psiquiátrico de electroshock, cirugía cerebral o "tratamiento" abusivo de drogas.

  6. Los individuos que hayan sufrido abusos de un psiquiatra o psicoterapeuta deben presentar una denuncia policíaca respecto a todo incidente de ataque psiquiátrico, fraude u otro crimen que hayan notado y enviar una copia de su queja a la LEGALITAD.COM o al CCDH.

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